Se vende cuadro con casa
Cosas más raras se han visto ¿o no? ¿No se incluye, a veces, el mobiliario en la venta de una casa? ¿Por qué no se va a incluir un cuadro en lugar del resto de los enseres? Es más, ¿puede ser el cuadro el detonante para comprar la casa? ¿En qué otro sitio nos vamos a encontrar con semejante singularidad cuyas dimensiones son de 200 x 200 cm En fin, parece una locura. O como diría mi amiga: una corazonada.
Esta aventura comenzó en la reciente inauguración de mi última exposición. Mi amiga había puesto en venta su casa y, entre risas, me comentó que estaba convencida de que se vendería antes si colgábamos en ella uno de mis cuadros.
– ¿Tu casa es grande? ¿Tiene pared para colgar un cuadro de dos por dos metros, le pregunté.
– Tengo un salón grandísimo, me respondió.
– Pues nada, tú vendes tu casa y, de camino, ya vemos si incluimos el cuadro. Pero tú te encargas de organizar el traslado.
Pasado un mes, me llamó por teléfono para comunicarme que no había olvidado el trato y que ya tenía la forma de transportar la obra. Y no me lo pensé dos veces.
Yo no soy persona de acuerdos tan sencillos pero, tratándose de esta mujer, cualquier idea que a otros les pueda parecer una locura a ella le parece simplemente formidable.
Mi amiga destila positividad por los cuatro costados, mujer segura de lo que desea, constante y proactiva. Visualiza sus objetivos y se esfuerza por conseguirlos. El hecho de decirme que está convencida de que mi cuadro va a influir favorablemente en la venta de su casa es suficiente para dejarme envolver por ese mágico halo de que algo sorprendente va a ocurrir; es una especie de extraordinaria aventura envuelta en la cotidianidad.
Pues nada, el Vienes Santo, como si de una procesión se tratara, realizamos el traslado y su instalación. Yo diría que con algunas dificultades; ella diría, sin embargo, que todo fue estupendo. Lo celebramos con cerveza y tortilla de patatas. ¡Y los dos tan contentos!
Ahora mismo, a mi amiga le estorba su casa; a mi me estorba el cuadro. Y no es por falta de cariño que nos queramos deshacer de ellos. Sólo estamos en un momento en que necesitamos prescindir de algo. Por el contrario, esperamos que aparezca alguien que desee disfrutar de ambos y darles una nueva vida.
Hoy su casa le habla de otra manera y mi cuadro ha cambiado su lugar de reposo en la oscuridad de mi taller por un salón luminoso habitado por personas que lo puedan mirar, aunque sea temporalmente.
A este paso, el cuadro empezará a tener historia: realizado en el 2008, viajó a Sevilla dentro de una caja a prueba de bombas; desde allí se llevó a Madrid. Hizo el viaje de regreso de la misma manera. Luego se expuso en el 2009 en la Sala Caja Inmaculada de El Puerto de Santa María (única vez que lo he visto colgado) para dormir, hasta hoy, en el taller bajo un plástico que lo protegía del polvo.
Ahora, por fin… se podrá ver en un espacio expositivo no convencional: en una casa familiar… y en los escaparates de las inmobiliarias.
Lo que no os he desvelado hasta ahora es que su ofrecimiento fue antes de ver el cuadro. Me dijo que conocía alguna de mis obras y que simplemente eso le bastaba para no dudarlo ni un instante. Ella piensa que hay personas que les cuesta encontrar “su sitio”, otras que se pasan la vida buscándolo y algunas que simplemente, sin buscarlo, lo encuentran inesperadamente. Pues bien, está convencida que el cuadro armonizó con el lugar desde el primer momento y la casa fue su cómplice. Por eso, la pared había permanecido vacía durante años; estaba esperando esas sensaciones que el lienzo le ha regalado. ¡Quién sabe! ¡Quizás este rinconcito del sur es ese sitio soñado por ti!
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Ficha técnica de la obra: Colección Marañas. «Maraña nº 7» Óleo sobre lienzo. 200×200 cm. 2008.