Es difícil ser pintor sin tiempo.
Todos los que estamos en esto de la pintura con suficiente dosis de convencimiento, sin necesidad de ser grandes o pequeños pintores, ni siquiera considerarnos pintores, sabemos que esta tarea de ponerse manos a la obra no sólo es cuestión de unas horas libres delante del soporte. Esta sencilla acción muchas veces lo impregna todo, lo abarca todo, hasta cuando no se pinta. Sin exagerar, es casi una forma de estar.
Es difícil ser pintor sin tiempo. No es que yo tenga especial interés en ser pintor, si acaso pintador de cuadros, pero lo que sí deseo es el tiempo de los pintores.
Esta primera frase, la que hace referencia a la falta de tiempo, la escuché de pasada el otro día asistiendo a una mesa de pintura. No se hizo más hincapié en el tema, duró el tiempo de decirla, no era relevante supongo que por lo obvio de su significado.
Allí se dijeron muchas cosas interesantes, muchas con las que ya me identificaba antes de haberlas oído, de las que irremediablemente ya circulaban bajo mi piel. Salvo sorpresas, mi disfrute consistió en escuchar a otros decir que “la cosa va por ahí”, que esas ideas acerca de la pintura que revolotean algunas veces por mi cabeza no son descabelladas sino verdades que ellos sienten y además saben expresar mejor.
Por lo tanto, lo de menos era hablar del tiempo que se necesita para ejercer el oficio. Pero a mi la frase se me quedó clavada porque siempre me ha rondado esa idea. Con el pasar de los años uno se acomoda a lo que tiene e intenta sacarle partido. Como laboralmente siempre me he dedicado a otra cosa, mi tiempo ha sido el tiempo que me quedaba después de la actividad principal. No conocía otro, era mi porción justa para pensar, vivir y disfrutar de la pintura ¿Qué más quería? Sí, una cosa, que no acabase, que colgar los pinceles fuera por voluntad, aburrimiento o incapacidad, no por la falta de ese tiempo.
Y esa circunstancia parece que lenta y sinuosamente está llegando. Imperceptible al principio, como cuando en el día a día no te das cuenta de que los precios de todo están subiendo y llega un momento que caes en que tu sueldo da para la mitad de lo que daba antes.
A mi, la falta de trabajo no sólo me está impidiendo realizar una vida normalizada dentro de mis posibilidades, no sólo me está creando un estado de incertidumbre que gestiono con mejor o peor acierto; me está empequeñeciendo, anulando los resortes que mantienen sanas mis emociones y alimentan mi equilibrio. Para otros es el fútbol, correr o ver la tele, para mí la pintura es una forma de relacionarme con las cosas que me rodean, un tiempo para pensar con claridad o perderme en lo más profundo, ignorar la noción de tiempo y regularizar mis pulsaciones.
Ahora que podría tener todo el tiempo del mundo resulta que no es para pintar, no es para pensar en términos pictóricos, no es para revolverme en sus entrañas intentando atrapar las verdades. Ahora todo el tiempo lo reclama la necesidad de no acabar estrangulado por esta situación, lo reclama estar atento a mis competencias, a desarrollar otras formas de permanecer en este escenario y no acabar hundido en este pozo de aguas turbias. Y lo peor de todo es que, cuando esta situación pase, si pasa, el miedo permanecerá lo suficiente como para no atreverme a devolverle el tiempo que le debo y me debo.
Al final me queda eso que dice la canción: “El tiempo que te quede libre si te es posible dedícalo a mí”
Y porque es mi costumbre añadir unas imágenes al post, no se me ocurren otras sino éstas, que bien pudieran pasar por un ejemplo de arte conceptual (que no lo es) y obra viva que se alimenta y crece a mi costa y a la de los millones de personas que están en la misma situación. Y me da igual que sean 6,2 (INE) que menos de 5 (SPE) ¿Tranquiliza un número más que el otro?
Para no finalizar este post con mal sabor de boca, me ha parecido interesante enlazaros el vídeo de la mesa redonda a la que asistí y que llevó por título «La pintura ha muerto», por si a alguien le apetece verlo. En torno a ella se reunieron Guillermo Pérez Villalta, pintor y escultor; Paco Pérez Valencia, pintor y museógrafo y presidente de la Universidad Emocional; Francisco de Asís López, artista miembro del colectivo ARTE90 y Fernando de la Rosa, pintor, escultor, grabador y profesor de artes plásticas. La mesa estuvo moderada por Juan Carlos Busutil, pintor y profesor de arte.
Uno de los participantes, Fernando de la Rosa, reflexiona sobre el tema en su blog.
Es difícil SER ese tiempo del que hablas¡
Ese tiempo ya pasó ¿verdad, Nieves?
Me he sentido muy identificada al leer tu publicación, Alberto. Las reflexiones que haces también me las he planteado a mí misma un millar de veces. Estoy totalmente de acuerdo en que el tiempo es oro…y tal y como está configurada nuestra rutina diaria es complicado gestionar y ser dueños absolutos de nuestro tiempo. Actualmente, y debido a esto, me he obligado a dedicar al menos una o dos horas a la semana para pintar y dibujar. Realmente creo que para poder sentir la pintura, como bien dices, hay que tener tiempo. ¡Mucho ánimo en tu búsqueda! y mil gracias por compartir todas estas reflexiones. Un saludo cordial desde A Coruña :-).
Gracias Rocío por tus palabras. ¡Hay que hacerlo!Es importante estar comunicado de alguna forma con ella.